jueves, 16 de febrero de 2012

UNA OPINION SOBRE LA REFORMA LABORAL




Con un fulminante y brutal Real Decreto Ley, el nuevo Gobierno del Partido Popular ha dinamitado los logros en materia de relaciones laborales alcanzados durante los últimos 35 años.



Sería por el ecuador de la década de los 70 cuando se iniciaban los pasos que pudieran posibilitar el establecimiento de las condiciones que permitirían discriminar el antes y el después en materia de acuerdos entre empleados y empleadores, en materia de negociación colectiva, en materia de inicios del dialogo social y del establecimiento acordado de Convenios Colectivos que vendrían a regular los marcos en los que las condiciones laborales serían posibles previa negociación entre las partes.

Después de 41 años, se iniciaba el anhelado y difícil proceso de legalización de los Partidos Políticos que permitirían la representación de los ciudadanos en diferentes instituciones democráticas y en ese proceso la legalización de las centrales sindicales mas representativas, como los procedimientos electorales por los que de forma libre los ciudadanos y trabajadores decidirían que formaciones políticas y sindicales nos representarían en las instituciones y en las mesas de negociación.

Durante este recorrido temporal e histórico se han producido, protagonizadas por diferentes Gobiernos, distintas Reformas Laborales, algunas de ellas provocaron importantes movilizaciones sociales cuando se entendía que los derechos conseguidos con el acuerdo de las partes se estaban poniendo en riesgo.

Esta REFORMA LABORAL promulgada con la aprobación del Real Decreto Ley 3/2012, de 10 de febrero, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral, es sin duda, la más agresiva, la más incierta y la que más riesgo sugiere en cuanto al fomento del empleo, ya que la práctica liberalización del despido, deposita en manos del empresariado posibilidades que nunca antes había tenido.

Da la sensación que, desde que comenzó la crisis económica, la negociación entre empresarios y sindicatos para acordar una Reforma del Mercado Laboral ha estado viciada y ha caminado por cauces en los que la estrategia de la gran patronal ha podido consistir en mantenerse a la espera.

Las exigencias de Europa a través de Merkel y Sarkozy ante la crisis, la inestabilidad del Gobierno de Zapatero, la convocatoria electoral de noviembre, han situado las posiciones de la patronal en un lugar privilegiado en el sentido de que, ante la posibilidad de no obtener un acuerdo entre empresarios y sindicatos, sería el nuevo Gobierno quien decidiría los términos de la REFORMA LABORAL.

Y así ha sido. La patronal tan solo tenía que actuar intentando la inexistencia de acuerdo para que posteriormente Rajoy entrase como elefante en cacharrería a dictar el triste Decreto Ley que ha venido a depositar en las manos de los empresarios actuaciones unilaterales, de una trascendencia tal que cualquier trabajador, sea empleado público o privado puede encontrarse en el mejor de los casos con que sus condiciones pactadas son modificadas, en el peor de los casos con pasar a engrosar las listas de desempleados.

Se produce una agresión sin precedentes ante el hecho de que los Convenios Colectivos puedan ser modificados sin contar con el acuerdo de los trabajadores eliminando derechos adquiridos.

Hoy Europa tiene un saldo a su favor de 23 millones de parados; España aporta en ese ranking casi un cuarto (5 millones) y lo previsible y me atrevería a decir que casi cierto es que si esta REFORMA LABORAL no modifica algunos de sus preceptos, los asalariados son mas vulnerables que nunca en cuanto a la estabilidad en el empleo, en cuanto a la precariedad en el empleo y en cuanto a la modificación de las condiciones de trabajo de los trabajadores.

Es esta una REFORMA LABORAL agresiva con los trabajadores que arrebata derechos adquiridos, que contribuirá a destruir empleo y a facilitar los despidos y que recortará derechos sociales y laborales en lugar de incentivar la economía y los contratos de trabajo.

Que nadie se engañe. Tanto los defensores como detractores de esta REFORMA LABORAL, se encuentran en idéntica situación de riesgo. Cualquier empleador tiene en sus manos la posibilidad de realizar modificaciones unilaterales de las condiciones de trabajo de sus asalariados. Nos encontramos ante un hecho indiscutible que ha sido reconocido legalmente y que sólo significa que “esto es lo que hay, si lo quieres lo coges y si no lo dejas”.

Ya no existe la posibilidad del acuerdo compartido, de la negociación, del dialogo social; tan solo disponemos de una realidad cuyos condicionantes subjetivos serán reconvertidos en criterios de necesidad del empresariado, sin tener en cuenta que para que una relación exista tienen que participar dos partes, para que un acuerdo se produzca tienen que darse cita dos partes que lo suscriban.

Si solo una parte toma la decisión no existirá un acuerdo, será una imposición.

Benito García de Torres
Secretario General CDeI